jueves, 22 de noviembre de 2012

TUBULAR BELLS





       Tubular Bells es el primer disco de estudio del compositor y multi-instrumentista Mike Oldfield, lanzado el 25 de mayo de 1973. Su música  se desarrolla a través de diferentes ideas que van evolucionando, concatenando o fusionándose a lo largo del disco, combinando diversos matices e instrumentos musicales, generando un clima diverso en cada sección, desde lo misterioso, épico, triste, alegre o nostálgico, culminando en una alegre y rápida melodía ejecutada en guitarra acústica, la cual es un arreglo de un tema tradicional.
    Resonaba en mi cabeza este magnífico tema. Paseaba por la Carrera de la Virgen, era una apacible tarde de otoño y pisaba las ocres hojas de los plátanos que se erguían majestuosamente sobre mi cabeza. El paso era firme pero acompasado, percibía la humedad de la estación en la que nos encontrábamos, perfumes de arrayán y musgo se deslizaban por mi pituitaria. No sabía que me iba a encontrar unos metros mas abajo, desde donde ya no vería Sierra Nevada, por lo que bajaba el bulevar distraídamente (como acostumbro) y nada perturbaba mi paz interior ni tan siquiera presentía que la perdería mas adelante.


     “Fríos pedestales, sobrios y cortantes que soportan desnudos esqueletos de acero. Osamentas  finamente envueltas en una leve capa de inocentes y plúmbeas nubes”.



    Me encontraba en los jardines que discurren en forma longitudinal, paralelos al cauce del río Genil, donde crece el boj y el aligustre. Allí las zonas de estancia se distribuyen a lo largo de los jardines, formando hasta un total de once glorietas, pero la que siempre me ha fascinado es la de los árboles de Júpiter, esos que rodean a una palmera datilera. Sí, me encontraba en el paseo del Salón.
    En tan abierto y romántico marco tropecé con la muestra “Rodeando el espacio”,  una serie de ocho esculturas de gran tamaño, de entre 4 y 5m de altura, realizadas en acero inoxidable y de sobria factura.
   Para el autor de la propuesta, Aitor Urdangarín, que ha bautizado las piezas con nombres tan diversos como `Tauromaquia´, `Nudo´ o `Contacto´, "las obras tienen una temática común", ya que en todos los casos, el autor juega con el espacio, creando líneas que modelan el vacío, y dibujando distintos juegos geométricos en torno a la línea curva, tanto abierta como cerrada.
      Las esculturas de Aitor Urdangarin nacen del amor a la forma sinuosa, en ocasiones estas son dos, y en este caso se funden en un abrazo. Podrían ser ofidios en actitudes lascivas y muy sugerentes para el observador, máxime teniendo en cuenta  el lugar donde se encuentran enclavadas. Unos amantes que nos ofrecen sus estados de ánimo, no siempre tranquilos y calmados, hay ocasiones que se nos presentan vibrantes, joviales y retorcidos por la pasión en el momento álgido de entrega.
   Según camino y veo cada pieza, descubro a gráciles bailarinas, torsiones imposibles que se elevan a cotas insostenibles apoyadas en histriónicas y ondulantes formas, enormes y rechonchas flores que contrastan con espirituales altas y livianas estructuras. Pero siempre apreciando y valorando esos vacíos que nos deja para que el espacio que las rodee en cada momento las inunde y los llene, forme parte del todo.
    El equilibrio sutilmente logrado gracias a la estructura clara y repetitiva de resortes que atenaza el momento y lo comprime hasta lograr cortar la respiración, lo logra con esa ballesta cargada y dispuesta a dispararse en cualquier momento, esto le da una pregnancia a la escultura que nos hace ser cautos al acercarnos, pues en caso de explosión nos dañaría fuertemente.
    La geometría es una asignatura que no deja al azar, la utiliza con maestría, mostrando en cada una de las piezas, la necesidad de dejar muy sentado el movimiento a seguir para que podamos conocer el principio y fin de la ondulante y sinuosa pieza y conocer de primera mano todas y cada una de sus conexiones, tanto intrínsecas como externas.
    El ritmo impuesto por todas y cada una de las representaciones hace que conozcamos de antemano al autor, es su firma, esa rúbrica hecha de materia orgánica serpenteante, no en vano es un escultor abstracto-organicista.
      Maravilloso paseo otoñal el que me ha ofrecido este autor, que con sus grafismos me ha ayudado a atrapar las nubes, a envolver el trino de los pájaros, pero sobre todo a conocer un poco mas mi bella ciudad, en esta ocasión, de la mano de la materia, del acero pulido y aséptico salido de la fragua, esa con la que comulgo casi a diario.
    Un pensamiento me deja consternado y dolorido, una frase que dijo, no he podido encontrar donde, y espero que sea una errata, pues en nada estoy de acuerdo con el.
   Urdangarín usa el calor para modelar sus tubos, y deja la materia pulida, en estado mate, ya que a su entender, con brillo "parecerían objetos decorativos".
   Dejo en el aire sus palabras…


  






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